jueves, 5 de noviembre de 2009

SESION DEL SABADO EN LA MAÑANA


El respeto y la reverencia

Margaret S. Lifferth
Primera Consejera de la Presidencia General de la Primaria

Debemos cultivar… en nuestros hogares y en nuestras aulas el respeto mutuo y la reverencia hacia Dios.

"El respeto por los demás y la reverencia hacia Dios van de la mano; ambos se basan en la humildad y el amor. El presidente David O. McKay dijo que “la reverencia es un respeto profundo mezclado con amor”4; y el élder L. Tom Perry enseñó que “…la reverencia [es] …una actitud de respeto y veneración hacia la Deidad”5. Los niños de la Primaria aprenden ese concepto al cantar una de las estrofas de una canción de la Primaria:

La reverencia es más que estar quietos;
es recordar al Señor,
ver las bendiciones del Padre en los cielos;
es un sentimiento de amor6.

Sin embargo, la conducta reverente no es una tendencia natural para la mayoría de los niños; es una cualidad que los padres y los líderes enseñan por medio del ejemplo y de la instrucción. Debemos tener presente que si la reverencia está basada en el amor, también lo está la enseñanza de ésta. El uso de la severidad en nuestra enseñanza no produce reverencia, sino resentimiento. Así que empiecen a temprana edad y tengan expectativas razonables. Un niño pequeño puede aprender a cruzar los brazos y a prepararse para la oración; pero requiere tiempo, paciencia y constancia. Recordemos que no sólo estamos enseñando a los niños su primera lección de reverencia, sino que el niño quizás esté dominando sus primeras lecciones de autodisciplina.

Ese proceso de enseñanza y autodisciplina continúa línea por línea y precepto por precepto. Por lo tanto, un niño aprende a ser reverente durante las oraciones y la Santa Cena; se sienta con sus padres durante la reunión. Tras eso, se cría en lecciones de autodisciplina al aprender más tarde a ayunar, a obedecer la Palabra de Sabiduría, a tomar buenas decisiones al navegar el internet y a guardar la ley de castidad. Cada uno progresamos en habilidad así como en entendimiento. Bendecimos a nuestros niños y jóvenes a medida que les damos el ejemplo, les enseñamos y los alentamos mediante ese proceso, ya que el autodominio no sólo es el origen del autorrespeto, sino que es esencial para invitar al Espíritu a enseñar, confirmar y testificar."

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